Un nuevo amanecer y el sol alumbran el sendero de todos, no así el de  José Luís Peredo y su esposa Ana Solíz de Peredo, quienes se aprestan a iniciar una nueva jornada laboral. Ellos son sobrevivientes en este pueblo ya que luchan día a día  en contra de la corriente: su ceguera. 

Tienen por empleo la atención de un kiosco de caramelos, ubicado en inmediaciones de
la Nur. “Las circunstancias de la vida me hicieron quedar ciego a mis 25 años, hace tres años, en un accidente en la fabrica en la que trabajaba y desde entonces trabajo juntamente con mi señora vendiendo golosinas”, señaló José Luís.
 

Consultado sobre sus ingresos, sonriente dijo: “No ganamos mucho pero da para vivir. Nuestro ingreso líquido es de 35 Bolivianos diarios, con lo que tenemos para la comida del día. “Mi señora me colabora vendiendo caramelos en los micros, al fin de cuentas hay que luchar para sobrevivir”. 

Como muchas otras personas que sufren de alguna deficiencia física, José  nos cuenta que “las cosas cuestan un poco más ya que nadie  quiere dar trabajo a personas como yo, pero hay que pelearla nomás” sentenció.

Ruben Mercado